Edgar Allan Poe
Morella [Morella.]
|
Itself, by itself, solely, one everlasting, and single. — Plato: Sympos.
|
El mismo, por si mismo únicamente,
eternamente uno, y solo. (Platón, Symposium)
|
WITH a feeling of deep yet most singular affection I regarded my friend Morella. Thrown by accident into her society many years ago, my soul from our first meeting, burned with fires it had never before known; but the fires were not of Eros, and bitter and tormenting to my spirit was the gradual conviction that I could in no manner define their unusual meaning or regulate their vague intensity. Yet we met; and fate bound us together at the altar, and I never spoke of passion nor thought of love. She, however, shunned society, and, attaching herself to me alone rendered me happy. It is a happiness to wonder; it is a happiness to dream.
|
Consideraba yo a Morella con un sentimiento de profundo y singular afecto. Habiéndola conocido casualmente hace muchos años, mi alma, desde nuestro primer encuentro, ardió con un fuego que no había conocido; pero no era ese fuego el de Eros, y representó para mi espíritu un tormento la convicción de que no podría definir su insólito carácter ni regular su vaga intensidad. Sin embargo, nos tratamos, y el destino nos unió ante el altar; jamás hablé de pasión, ni pensé en el amor. Ella, aun así, huía de la sociedad, y dedicándose a mí, me hizo feliz. Asombrarse es una felicidad, y una felicidad es soñar.
|
Morella’s erudition was profound. As I hope to live, her talents were of no common order — her powers of mind were gigantic. I felt this, and, in many matters, became her pupil. I soon, however, found that, perhaps on account of her Presburg education, she placed before me a number of those mystical writings which are usually considered the mere dross of the early German literature. These, for what reason I could not imagine, were her favourite and constant study — and that in process of time they became my own, should be attributed to the simple but effectual influence of habit and example.
|
La erudición de Morella era profunda. Como espero mostrar, sus talentos no eran de orden vulgar, y su potencia mental era gigantesca. Lo percibí, y en muchos temas fui su discípulo. No obstante, pronto comprendí que, quizá a causa de haberse educado en Pressburgo ponía ella ante mí un gran número de esos libros místicos que se consideran generalmente como la simple escoria de la literatura alemana. Esas obras constituían su estudio favorito y constante, y si en el transcurso del tiempo llegó a ser el mío también, hay que atribuirlo a la simple, pero eficaz influencia del hábito y del ejemplo.
|
In all this, if I err not, my reason had little to do. My convictions, or I forget myself, were in no manner acted upon by the ideal, nor was any tincture of the mysticism which I read to be discovered, unless I am greatly mistaken, either in my deeds or in my thoughts. Persuaded of this, I abandoned myself implicitly to the guidance of my wife, and entered with an unflinching heart into the intricacies of her studies. And then — then, when poring over forbidden pages, I felt a forbidden spirit enkindling within me — would Morella place her cold hand upon my own, and rake up from the ashes of a dead philosophy some low, singular words, whose strange meaning burned themselves in upon my memory. And then, hour after hour, would I linger by her side, and dwell upon the music of her voice, until at length its melody was tainted with terror, and there fell a shadow upon my soul, and I grew pale, and shuddered inwardly at those too unearthly tones. And thus, joy suddenly faded into horror, and the most beautiful became the most hideous, as Hinnon became Ge-Henna.
|
Mis convicciones no estaban en modo alguno basadas en el ideal, y no se descubriría, como no me equivoque por completo, ningún tinte del misticismo de mis lecturas, ya fuese en mis actos o ya fuese en mis pensamientos. Persuadido de esto, me abandoné sin reserva a mi esposa, y me adentré con firme corazón en el laberinto de sus estudios. Y entonces —cuando, sumiéndome en páginas terribles, sentía un espíritu aborrecible encenderse dentro de mí— venía Morella a colocar su mano fría en la mía, y hurgando las cenizas de una filosofía muerta, extraía de ellas algunas graves y singulares palabras que, dado su extraño sentido, ardían por sí mismas sobre mi memoria. Y entonces, hora tras hora, permanecía al lado de ella, sumiéndome en la música de su voz, hasta que se infestaba de terror su melodía, y una sombra caía sobre mi alma, y palidecía yo, y me estremecía interiormente ante aquellos tonos sobrenaturales. Y así, el gozo se desvanecía en el horror, y lo más bello se tornaba horrendo, como Hinnom se convirtió en Gehena.
|
It is unnecessary to state the exact character of those disquisitions which, growing out of the volumes I have mentioned, formed, for so long a time, almost the sole conversation of Morella and myself. By the learned in what might be termed theological morality they will be readily conceived, and by the unlearned they would, at all events, be little understood. The wild Pantheism of Fichte; the modified Paliggenedia of the Pythagoreans; and, above all, the doctrines of Identity as urged by Schelling, were generally the points of discussion presenting the most of beauty to the imaginative Morella. That identity which is termed personal, Mr. Locke, I think, truly defines to consist in the saneness of rational being. And since by person we understand an intelligent essence having reason, and since there is a consciousness which always accompanies thinking, it is this which makes us all to be that which we call ourselves, thereby distinguishing us from other beings that think, and giving us our personal identity. But the principium indivduationis, the notion of that identity which at death is or is not lost for ever, was to me, at all times, a consideration of intense interest; not more from the perplexing and exciting nature of its consequences, than from the marked and agitated manner in which Morella mentioned them.
|
Resulta innecesario expresar el carácter exacto de estas disquisiciones que, brotando de los volúmenes que he mencionado, constituyeron durante tanto tiempo casi el único tema de conversación entre Morella y yo. Los enterados de lo que se puede llamar moral teológica las concebirán fácilmente, y los ignorantes poco comprenderían. El vehemente panteísmo de Fichte, la palingenesia modificada de los pitagóricos, y por encima de todo, las doctrinas de la identidad tal como las presenta Schelling, solían ser los puntos de discusión que ofrecían mayor belleza a la imaginativa Morella. Esta identidad llamada personal, la define con precisión mister Locke, creo, diciendo que consiste en la cordura del ser racional. Y como por persona entendemos una esencia inteligente, dotada de razón, y como hay una conciencia que acompaña siempre al pensamiento, es ésta la que nos hace a todos ser eso que llamamos nosotros mismos, diferenciándonos así de otros seres pensantes y dándonos nuestra identidad personal. Pero el principium individuationis —la noción de esa identidad que en la muerte se pierde o no para siempre— fue para mí en todo tiempo una consideración de intenso interés, no sólo por la naturaleza pasmosa y emocionante de sus consecuencias, sino por la manera especial y agitada como la mencionaba Morella.
|
But, indeed, the time had now arrived when the mystery of my wife’s manner oppressed me as a spell. I could no longer bear the touch of her wan fingers, nor the low tone of her musical language, nor the lustre of her melancholy eyes. And she knew all this, but did not upbraid; she seemed conscious of my weakness or my folly, and, smiling, called it fate. She seemed also conscious of a cause, to me unknown, for the gradual alienation of my regard; but she gave me no hint or token of its nature. Yet was she woman, and pined away daily. In time the crimson spot settled steadily upon the cheek, and the blue veins upon the pale forehead became prominent; and one instant my nature melted into pity, but in, next I met the glance of her meaning eyes, and then my soul sickened and became giddy with the giddiness of one who gazes downward into some dreary and unfathomable abyss.
|
Pero realmente había llegado ahora un momento en que el misterio del carácter de mi esposa me oprimía como un hechizo. No podía soportar por más tiempo el contacto de sus pálidos dedos, ni el tono profundo de su palabra musical, ni el brillo de sus melancólicos ojos. Y ella sabía todo esto, pero no me reconvenía. Parecía tener conciencia de mi debilidad o de mi locura, y sonriendo, las llamaba el Destino. Parecía también tener conciencia de la causa, para mí desconocida, de aquel gradual desvío de mi afecto; pero no me daba explicación alguna ni aludía a su naturaleza. Sin embargo, era ella mujer, y se consumía por días. Con el tiempo, se fijó una mancha roja constantemente sobre sus mejillas, y las venas azules de su pálida frente se hicieron prominentes. Llegó un instante en que mi naturaleza se deshacía en compasión; pero al siguiente encontraba yo la mirada de sus ojos pensativos, y entonces sentíase mal mi alma y experimentaba el vértigo de quien tiene la mirada sumida en algún aterrador e insondable abismo.
|
Shall I then say that I longed with an earnest and consuming desire for the moment of Morella’s decease? I did; but the fragile spirit clung to its tenement of clay for many days, for many weeks and irksome months, until my tortured nerves obtained the mastery over my mind, and I grew furious through delay, and, with the heart of a fiend, cursed the days and the hours and the bitter moments, which seemed to lengthen and lengthen as her gentle life declined, like shadows in the dying of the day.
|
¿Diré que anhelaba ya con un deseo fervoroso y devorador el momento de la muerte de Morella? Así era; pero el frágil espíritu se aferró en su envoltura de barro durante muchos días, muchas semanas y muchos meses tediosos, hasta que mis nervios torturados lograron triunfar sobre mi mente, y me sentí enfurecido por aquel retraso, y con un corazón demoníaco, maldije los días, las horas, los minutos amargos, que parecían alargarse y alargarse a medida que declinaba aquella delicada vida, como sombras en la agonía de la tarde.
|
But one autumnal evening, when the winds lay still in heaven, Morella called me to her bedside. There was a dim mist over all the earth, and a warm glow upon the waters, and amid the rich October leaves of the forest, a rainbow from the firmament had surely fallen.
|
Pero una noche de otoño, cuando permanecía quieto el viento en el cielo, Morella me llamó a su lado. Había una oscura bruma sobre toda la tierra, un calor fosforescente sobre las aguas, y entre el rico follaje de la selva de octubre, hubiérase dicho que caía del firmamento un arco iris.
|
“It is a day of days,” she said, as I approached; “a day of all days either to live or die. It is a fair day for the sons of earth and life — ah, more fair for the daughters of heaven and death!”
|
—Éste es el día de los días —dijo ella, cuando me acerqué—; un día entre todos los días para vivir o morir. Es un día hermoso para los hijos de la tierra y de la vida, ¡ah, y más hermoso para las hijas del cielo y de la muerte!
|
I kissed her forehead, and she continued:
|
Besé su frente, y ella prosiguió:
|
“I am dying, yet shall I live.”
|
—Voy a morir, y a pesar de todo, viviré.
|
“Morella!”
|
—¡Morella!
|
“The days have never been when thou couldst love me — but her whom in life thou didst abhor, in death thou shalt adore.”
|
—No han existido nunca días en que hubieses podido amarme; pero a la que aborreciste en vida la adorarás en la muerte.
|
“Morella!”
|
—¡Morella!
|
“I repeat I am dying. But within me is a pledge of that affection — ah, how little! — which thou didst feel for me, Morella. And when my spirit departs shall the child live — thy child and mine, Morella’s . But thy days shall be days of sorrow — that sorrow which is the most lasting of impressions, as the cypress is the most enduring of trees. For the hours of thy happiness are over and joy is not gathered twice in a life, as the roses of Paestum twice in a year. Thou shalt no longer, then, play the Teian with time, but, being ignorant of the myrtle and the vine, thou shalt bear about with thee thy shroud on the earth, as do the Moslemin at Mecca.”
|
—Repito que voy a morir. Pero hay en mí una prenda de ese afecto, ¡ah, cuan pequeño!, que has sentido por mí, por Morella. Y cuando parta mi espíritu, el hijo vivirá, el hijo tuyo, el de Morella. Pero tus días serán días de dolor, de ese dolor que es la más duradera de las impresiones, como el ciprés es el más duradero de los árboles. Porque han pasado las horas de tu felicidad, y no se coge dos veces la alegría en una vida, como las rosas de Paestum dos veces en un año. Tú no jugarás ya con el tiempo el juego del Teyo; pero, siéndote desconocidos el mirto y el vino, llevarás contigo sobre la tierra tu sudario, como hace el musulmán en la Meca.
|
“Morella!” I cried, “Morella! how knowest thou this?” but she turned away her face upon the pillow and a slight tremor coming over her limbs, she thus died, and I heard her voice no more.
|
—¡Morella! —exclamé— ¡Morella! ¿Cómo sabes esto? Pero ella volvió su rostro sobre la almohada, un leve temblor recorrió sus miembros, y ya no oí más su voz.
|
Yet, as she had foretold, her child, to which in dying she had given birth, which breathed not until the mother breathed no more, her child, a daughter, lived. And she grew strangely in stature and intellect, and was the perfect resemblance of her who had departed, and I loved her with a love more fervent than I had believed it possible to feel for any denizen of earth.
|
Sin embargo, como había predicho ella, su hijo —el que había dado a luz al morir, y que no respiró hasta que cesó de alentar su madre—, su hijo, una niña, vivió. Y creció extrañamente en estatura y en inteligencia, y era de una semejanza perfecta con la que había desaparecido, y la amé con un amor más ferviente del que creí me sería posible sentir por ningún habitante de la Tierra.
|
But, ere long the heaven of this pure affection became darkened, and gloom, and horror, and grief swept over it in clouds. I said the child grew strangely in stature and intelligence. Strange, indeed, was her rapid increase in bodily size, but terrible, oh! terrible were the tumultuous thoughts which crowded upon me while watching the development of her mental being. Could it be otherwise, when I daily discovered in the conceptions of the child the adult powers and faculties of the woman? when the lessons of experience fell from the lips of infancy? and when the wisdom or the passions of maturity I found hourly gleaming from its full and speculative eye? When, I say, all this beeame evident to my appalled senses, when I could no longer hide it from my soul, nor throw it off from those perceptions which trembled to receive it, is it to be wondered at that suspicions, of a nature fearful and exciting, crept in upon my spirit, or that my thoughts fell back aghast upon the wild tales and thrilling theories of the entombed Morella? I snatched from the scrutiny of the world a being whom destiny compelled me to adore, and in the rigorous seclusion of my home, watched with an agonizing anxiety over all which concerned the beloved.
|
Pero, antes de que pasase mucho tiempo, se ensombreció el cielo de aquel puro afecto, y la tristeza, el horror, la aflicción, pasaron veloces como nubes. He dicho que la niña creció extrañamente en estatura y en inteligencia. Extraño, en verdad, fue el rápido crecimiento de su tamaño corporal; pero terribles, ¡oh, terribles!, fueron los tumultuosos pensamientos que se amontonaron sobre mí mientras espiaba el desarrollo de su ser intelectual. ¿Podía ser de otra manera, cuando descubría yo a diario en las concepciones de la niña las potencias adultas y las facultades de la mujer, cuando las lecciones de la experiencia se desprendían de los labios de la infancia y cuando veía a cada hora la sabiduría o las pasiones de la madurez centellear en sus grandes y pensativos ojos? Como digo, cuando apareció evidente todo eso ante mis sentidos aterrados, cuando no le fue ya posible a mi alma ocultárselo más, ni a mis facultades estremecidas rechazar aquella certeza, ¿cómo puede extrañar que unas sospechas de naturaleza espantosa y emocionante se deslizaran en mi espíritu, o que mis pensamientos se volvieran, despavoridos, hacia los cuentos extraños y las impresionantes teorías de la enterrada Morella? Arranqué a la curiosidad del mundo un ser a quien el Destino me mandaba adorar, y en el severo aislamiento de mi hogar, vigilé con una ansiedad mortal cuanto concernía a la criatura amada.
|
And as years rolled away, and I gazed day after day upon her holy, and mild, and eloquent face, and poured over her maturing form, day after day did I discover new points of resemblance in the child to her mother, the melancholy and the dead. And hourly grew darker these shadows of similitude, and more full, and more definite, and more perplexing, and more hideously terrible in their aspect. For that her smile was like her mother’s I could bear; but then I shuddered at its too perfect identity, that her eyes were like Morella’s I could endure; but then they, too, often looked down into the depths of my soul with Morella’s own intense and bewildering meaning. And in the contour of the high forehead, and in the ringlets of the silken hair, and in the wan fingers which buried themselves therein, and in the sad musical tones of her speech, and above all — oh, above all, in the phrases and expressions of the dead on the lips of the loved and the living, I found food for consuming thought and horror, for a worm that would not die.
|
Y mientras los años transcurrían, y mientras día tras día contemplaba yo su santo, su apacible, su elocuente rostro, mientras examinaba sus formas que maduraban, descubría día tras día nuevos puntos de semejanza en la hija con su madre, la melancólica y la muerta. Y a cada hora aumentaban aquellas sombras de semejanza, más plenas, más definidas, más inquietantes y más atrozmente terribles en su aspecto. Pues que su sonrisa se pareciese a la de su madre podía yo sufrirlo, aunque luego me hiciera estremecer aquella identidad demasiado perfecta; que sus ojos se pareciesen a los de Morella podía soportarlo, aunque, además, penetraran harto a menudo en las profundidades de mi alma con el intenso e impresionante pensamiento de la propia Morella. Y en el contorno de su alta frente, en los bucles de su sedosa cabellera, en sus pálidos dedos que se sepultaban dentro de ella, en el triste tono bajo y musical de su palabra, y por encima de todo (¡oh, por encima de todo!) en las frases y expresiones de la muerta sobre los labios de la amada, de la viva, encontraba yo pasto para un horrendo pensamiento devorador, para un gusano que no quería perecer.
|
Thus passed away two lustra of her life, and as yet my daughter remained nameless upon the earth. “My child,” and “my love,” were the designations usually prompted by a father’s affection, and the rigid seclusion of her days precluded all other intercourse. Morella’s name died with her at her death. Of the mother I had never spoken to the daughter, it was impossible to speak. Indeed, during the brief period of her existence, the latter had received no impressions from the outward world, save such as might have been afforded by the narrow limits of her privacy. But at length the ceremony of baptism presented to my mind, in its unnerved and agitated condition, a present deliverance from the terrors of my destiny. And at the baptismal font I hesitated for a name. And many titles of the wise and beautiful, of old and modern times, of my own and foreign lands, came thronging to my lips, with many, many fair titles of the gentle, and the happy, and the good. What prompted me then to disturb the memory of the buried dead? What demon urged me to breathe that sound, which in its very recollection was wont to make ebb the purple blood in torrents from the temples to the heart? What fiend spoke from the recesses of my soul, when amid those dim aisles, and in the silence of the night, I whispered within the ears of the holy man the syllables — Morella? What more than fiend convulsed the features of my child, and overspread them with hues of death, as starting at that scarcely audible sound, she turned her glassy eyes from the earth to heaven, and falling prostrate on the black slabs of our ancestral vault, responded — “I am here!”
|
Así pasaron dos lustros de su vida, y hasta ahora mi hija permanecía sin nombre sobre la tierra. Hija mía y amor mío eran las denominaciones dictadas por el afecto paterno, y el severo aislamiento de sus días impedía toda relación. El nombre de Morella había muerto con ella. No hablé nunca de la madre a la hija; érame imposible hacerlo. En realidad, durante el breve período de su existencia, la última no había recibido ninguna impresión del mundo exterior, excepto las que la hubieran proporcionado los estrechos límites de su retiro. Pero, por último, se ofreció a mi mente la ceremonia del bautismo en aquel estado de desaliento y de excitación, como la presente liberación de los terrores de mi destino. Y en la pila bautismal dudé respecto al nombre. Y se agolparon a mis labios muchos nombres de sabiduría y belleza, de los tiempos antiguos, y de los modernos, de mi país y de los países extranjeros, con otros muchos, muchos delicados de nobleza, de felicidad y de bondad. ¿Qué me impulsó entonces a agitar el recuerdo de la muerta enterrada? ¿Qué demonio me incitó a suspirar aquel sonido cuyo recuerdo real hacía refluir mi sangre a torrentes desde las sienes al corazón? ¿Qué espíritu perverso habló desde las reconditeces de mi alma, cuando, entre aquellos oscuros corredores, y en el silencio de la noche, musité al oído del santo hombre las sílabas Morella? ¿Qué ser más demoníaco retorció los rasgos de mi hija, y los cubrió con los tintes de la muerte cuando estremeciéndose ante aquel nombre apenas audible, volvió sus límpidos ojos desde el suelo hacia el cielo, y cayendo prosternada sobre las losas negras de nuestra cripta ancestral, respondió: ¡Aquí estoy!?
|
Distinct, coldly, calmly distinct, fell those few simple sounds within my ear, and thence like molten lead rolled hissingly into my brain. Years — years may pass away, but the memory of that epoch never. Nor was I indeed ignorant of the flowers and the vine — but the hemlock and the cypress overshadowed me night and day. And I kept no reckoning of time or place, and the stars of my fate faded from heaven, and therefore the earth grew dark, and its figures passed by me like flitting shadows, and among them all I beheld only — Morella. The winds of the firmament breathed but one sound within my ears, and the ripples upon the sea murmured evermore — Morella. But she died; and with my own hands I bore her to the tomb; and I laughed with a long and bitter laugh as I found no traces of the first in the channel where I laid the second. — Morella.
|
Estas simples y cortas sílabas cayeron claras, fríamente claras, en mis oídos, y desde allí, como plomo fundido, se precipitaron silbando en mi cerebro. Años, años enteros pueden pasar; pero el recuerdo de esa época, ¡jamás! No desconocía yo, por cierto, las flores y la vid; pero el abeto y el ciprés proyectaron su sombra sobre mí noche y día. Y no conservé noción alguna de tiempo o de lugar, y se desvanecieron en el cielo las estrellas de mi destino, y desde entonces se ensombreció la tierra, y sus figuras pasaron junto a mí como sombras fugaces, y entre ellas sólo vi una: Morella. Los vientos del firmamento suspiraban un único sonido en mis oídos, y las olas en el mar murmuraban eternamente: Morella. Pero ella murió, y con mis propias manos la llevé a la tumba; y reí con una risa larga y amarga al no encontrar vestigios de la primera Morella en la cripta donde enterré la segunda.
— Morella.
|
|